Cuando te conviertes en la persona más importante
- Publicado el 08 de Junio de 2015
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- LECHE Y MIEL
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¿Sabías que la relación de apego con tu bebé tiene mucho que ver con su autoconcepto? Cuando nacemos, ya se muestra nuestro temperamento, que refleja la expresión de nuestras emociones. La forma en que las mamás y los papás atienden a sus bebés, influirá en la creación del autoconcepto. Favoreciendo un entorno seguro desde la relación de apego, ayudaremos a que crezcan niños felices.
El apego es el vínculo emocional que desarrolla el niño con sus padres (o cuidadores) y que le proporciona la seguridad emocional indispensable para un buen desarrollo de la personalidad.
La seguridad en el ser humano, responde al equilibrio en las emociones. Difícilmente podremos conquistar nuevos niveles de desarrollo si nuestras emociones no están en equilibrio.
El bebé llega al mundo con un cerebro aún inmaduro, que poco a poco va desarrollando. El motivo es biológico, ya que es la única manera de poder pasar por el canal del parto en el nacimiento.
Debido a esta inmadurez cerebral, el bebé es dependiente: necesita del cuidado de sus padres o cuidadores para su supervivencia.
¿Cómo hace el bebé para alcanzar su supervivencia?
Como los bebés no son capaces de conseguir alimento, o protección, ni si quiera son capaces de expresar verbalmente sus necesidades, ni pueden moverse de un lugar a otro de manera autónoma, necesitan emplear ciertas estrategias reflejas que cubran su vulnerabilidad inicial: gracias a que los bebés lloran, se despierta esa comunicación entre el bebé y sus cuidadores para atender sus necesidades, y cumplir su cometido: vivir.
Y no sólo es que lloran, los bebés nacen con un repertorio de conductas cuya finalidad es la de provocar una respuesta de afecto y atención: las sonrisas reflejas y el balbuceo; así como el reflejo de succión para el alimento.
¿Les sobreprotegemos al cogerles en brazos?
Aún no ha desarrollado la capacidad de memoria para asociar: “si lloro me cogen más”, simplemente se basan en emociones y cuando siente frío o se siente en un entorno inseguro, los brazos de su mamá/papá le calmarán: piel con piel, los latidos del corazón, su olor... es cuestión de sentidos.
Asumiendo estas tareas diarias de cuidado y con las respuestas del bebé, como su sonrisa, balbuceos y necesidad de contacto, se va creando esa relación de apego, o “enamoramiento”, como aseguran muchas mamás (en lo que también entra en juego la oxitocina, hormona con funciones estimulantes, que despierta conductas amorosas).
¿Por qué no hay dos bebés iguales?
Cada bebé nace con su propio temperamento, que es la expresión de las emociones, y por eso que cada bebé es diferente: un bebé necesita más mimos para calmarse, otro bebé se muestra más tranquilo... Pero lo que sí es cierto, es que todos necesitan del cuidado de sus padres o cuidadores para cubrir sus necesidades básicas, y especialmente, para ofrecerle seguridad, aunque a cada uno se le atienda desde su individualidad (por eso que aun siendo hermanos, cada uno es diferente).
También dependerá de nuestro temperamento el asumir de una manera u otra estas atenciones (si somos más o menos pacientes, impulsivos o racionales... ). Será bueno tener en cuenta que, si hasta los dos años aproximadamente, los adultos somos los controladores de emociones de nuestros bebés, es importante ofrecerles tranquilidad y seguridad para que se sientan en un entorno seguro.
De la dependencia a la independencia
Con todos estos cuidados, los bebés recibirán la seguridad suficiente para adaptarse en su medio, para explorar y dominar sus miedos.
Para que un niño sea independiente y seguro, necesita haber sido un bebé dependiente y atendido: todo cuanto se le transmita al bebé le servirá de aprendizaje para responder en situaciones posteriores.
En un seno familiar donde se favorece la comunicación desde la aceptación, las conductas de respeto, la empatía, los gestos de cariño y flexibilidad, a la vez se está creando un espacio para que el niño se desarrolle con seguridad, empatía, respeto y cariño, sintiéndose protagonista de sus propios logros, y alcanzando en su evolución madurativa un autoconcepto saludable sobre quién es, que le acompañará durante toda su vida.

Raquel De Diego
Coach especialista en Pareja y Familia
Sobre el Autor

Raquel de Diego
Coach de Familias y Parejas. Formadora.
Estudié Trabajo Social en la Universidad Complutense de Madrid, mi pasión por leer y escribir junto con ser madre me ha llevado a especializarme en la atención a la infancia. Cualquier tipo de mensaje marca la identidad de cada persona.
Trabajadora Social. Máster en Neuropsicopedagogía. Narrativa Terapéutica. Especialista en Psicoterapia e Hipnosis ericksoniana. Coach de Familias y Parejas. Formadora.
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