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La comunicación más eficaz: comunicación afectiva

  • Publicado el 15 de Noviembre de 2018
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  • RECURSOS PRÁCTICOS
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La comunicación más eficaz: comunicación afectiva

Todos tenemos una o varias capacidades que nos definen como seres únicos y diversos.

¿Cómo mejorar a tus hijos y poder motivarles?

Cada niño adquiere una personalidad según su temperamento y las experiencias que va experimentando mediante los resultados que obtiene de ellas, y con ello se envuelve de cualidades innatas que le permiten desarrollar sus destrezas con mayor o menor facilidad.

No tenemos más que observar de forma consciente y objetiva, cómo actúan diferentes niños ante una misma situación. Por ejemplo, nuestros propios hijos, cada uno de ellos tiene unas habilidades. Quizás uno de ellos sea más habilidoso en su relación con los demás. Es el que viene a darte un beso, contarte cómo le ha ido en el colegio y quizás luego te pida comprarle ese juguete que tanto le gusta. Y el hermano que se muestra más impaciente por obtener su juguete y pasa a la acción pidiéndolo sin más detalle.

Según como se juzgue podemos pensar que el primero es más detallista... o que le da más vueltas para embaucarte y conseguir lo que quiere. Y que el segundo es más superfluo en las relaciones sociales y su único interés es alcanzar su deseo, o que su comunicación es directa y no necesita “preparar el terreno” para pedirnos algo.

Ante un juicio u otro, lo que estamos empleando es nuestra forma subjetiva de poner opinión y juicio sobre su conducta, según nuestra propia forma de ser y nuestras preferencias a cómo nos gusta que nos traten. Igual que ellos.  Simplemente nos están mostrando cómo es su forma de relacionarse con el mundo, ya que su forma de procesar información es diferente.

Y para estas diferencias, nos puede costar más o menos educarles porque nuestros mensajes deberán ser diferentes para cada uno de ellos.

 

¿Cómo hacer para mejorar sus cualidades más potenciales?

No sirve de nada emitir juicios con etiquetas, porque les estaremos encasillando en una cualidad no real y limitante. Si les etiquetamos según una nada agraciada etiqueta de “eres un o una...” crecerán pensando que son así, y que no hay nada que puedan hacer para evitar serlo. Les impedirá ver todas las cualidades que tienen. ¡Y son infinitas y todas muy válidas!

Solo hay que saber cómo emplear la mejor cualidad para según qué ocasión.

Para eso te propongo 3 sencillos consejos:

  1. Observación consciente. Observa a cada uno de tus hijos por separado, y en actividades diferentes: a qué juega, en qué muestra mayor interés y destreza con sus juegos; cómo juega, con tranquilidad o con más acción; si le gusta hacerlo solo o busca compañía; su lenguaje más centrado en preguntas o en afirmaciones, más formal o más desenfadado o bromista; si habla de las cosas de los demás y de lo que ocurre a su alrededor, o de sus propios pensamientos y opiniones (conocerás si tiene facilidad para prestar atención al entorno o a su interior)

  2. Hazle preguntas. Ayúdale a desarrollar su pensamiento crítico, a tomar decisiones, a ponerle en situación sobre “¿qué pasaría si...?” para no darle tú siempre las respuestas que en ocasiones no interioriza sobre consecuencias o aprendizajes nuevos. Le ayudarás también a potenciar su creatividad siendo más flexible ante situaciones desconocidas.

  3. Escucha sin esperar una respuesta concreta. Las preguntas te servirán, y mucho, para conocerle mejor. Permítele expresarse con sus propias opiniones, sin esperar “la respuesta” que creas que deba dar. Así sabrás como orientarle mejor cuando lo necesite.

Y ahora seguro que puedes sorprenderte de la información que tienes. Puede que haya cosas que se te habían pasado por alto, o que creerías que serían diferentes antes de probar este ejercicio.

 

Comunícate desde los sentidos

Y es lo más normal que puede pasar. Con los ritmos del día a día tratamos de ir rápido para llegar a todas las responsabilidades que nos ocupan, y a veces queremos controlarlo todo para ser más eficaces. Se nos escapan detalles, como el permitirnos conocer mejor los intereses y cualidades de nuestros propios hijos.

Conectar de una forma más personal supone conectar con sus emociones, con su ser más auténtico ¿te lo vas a perder?

Por eso te recomiendo que al hablar no caigas en la multitarea de escuchar mientras trabajas con el ordenador, miras de reojo el WhatsApp y te preocupas por la hora que es para pasar a la siguiente tarea antes de que acabe el día... porque entonces el día acabará contigo.

Recuerda comunicarte con sentido, con todos:

Escucha mirando a los ojos, su expresión y su sentir. Acaricia, que te sienta cerca. Respira, sí, respira despacio y profundo para que la tranquilidad fluya entre ambos (se lo transmitirás si hay una buena conexión desde las neuronas espejo). Y disfruta de estos momentos en los que te permites conocer más a esa persona que amas, y que lo haces incondicionalmente. Ahora será más consciente. Es una relación que comienza desde antes de nacer, recuerda. No dejes que “la falta de tiempo” transforme las formas en una “falta de ganas”.


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Sobre el Autor

Raquel de Diego

Raquel de Diego

Coach de Familias y Parejas. Formadora.

Estudié Trabajo Social en la Universidad Complutense de Madrid, mi pasión por leer y escribir junto con ser madre me ha llevado a especializarme en la atención a la infancia. Cualquier tipo de mensaje marca la identidad de cada persona.

Trabajadora Social. Máster en Neuropsicopedagogía. Narrativa Terapéutica. Especialista en Psicoterapia e Hipnosis ericksoniana. Coach de Familias y Parejas. Formadora.

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