Niños con problemas para dormir, ¿cómo ayudar?
- Publicado el 06 de Marzo de 2018
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- LECHE Y MIEL
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Se sabe que en España, alrededor de un 30% de las consultas en Pediatría están relacionadas con algún problema ligado al sueño.
El sueño es esencial para la salud y el desarrollo del niño.
El sueño promueve el sentirse alerta durante el día, tener buena memoria, y prestar más atención al aprendizaje y estímulos que recibe cuando está despierto. Sentirse más tranquilo y seguro, tener mejor humor y relacionarse mejor consigo mismo y con los demás, siendo más capaz de asumir nuevos retos y aprender cosas nuevas, precisamente por esa sensación de seguridad y autorreguladora del organismo que ofrece un Buen descanso.
Los niños que no duermen lo suficiente son más propensos a problemas de comportamiento e irritabilidad, se enfadan más fácilmente, lloran más y se muestran menos motivados al aprendizaje.
Esto se percibe en las aulas, por ejemplo, y ese bajo rendimiento puede solucionarse simplemente con una buena higiene del sueño. Por eso es importante que los padres ayuden a sus niños a desarrollar buenos hábitos de dormir desde una edad temprana.
Cada niño es diferente y el número de horas de sueño que necesita varía. Al igual que también son diferentes las necesidades que pueda mostrar cada niño debido a su temperamento: hay niños que necesitan más tiempo de caricias y acompañamiento durante el momento de estar tumbados en la cama, justo antes de quedarse solos y a oscuras. Otros, sin embargo se muestran más “independientes” y seguros para cerrar los ojos y dormir.
¿Cuántas horas necesitan dormir los niños?
Un recién nacido duerme un total de 16 horas diarias, en 6 – 8 episodios de sueño de 4 horas cada uno, con periodos intercalados de vigilia. Así, el recién nacido no respeta la noche, despertándose una o varias veces a lo largo de la misma.
Desde el primer mes hasta los 3 – 6 meses, la duración de los despertares nocturnos va disminuyendo y empieza a dormir de manera continua prácticamente durante toda la noche. No obstante, en casi un tercio de los niños en edad preescolar persisten estos despertares nocturnos, como consecuencia de una consolidación inadecuada del período de sueño nocturno.
Entre los 2 y los 4 años duermen por la noche unas 10 horas, más las dos siestas habituales. A partir de los tres años de edad va disminuyendo la “necesidad” de dormir durante el día, hasta prácticamente desaparecer antes de los seis años.
De los 5 a los 10 años de edad, el sueño alcanza un grado de madurez suficiente como para permitir la comparación con el adulto. Aunque existen importantes variaciones individuales, el número de horas de sueño suele ser 2,5 veces superior al adulto y la proporción de sueño REM es similar a la del adulto.
Pasados los 7 años, no es habitual que el niño necesite dormir la siesta. Si ocurre, lo más probable es que por la noche duerma menos de lo que necesita o que padezca de algún problema durante el descanso nocturno.
Y hasta los 12 años podría necesitar dormir entre 10-11 horas, según características biológicas del niño.
Algunas de las causas del problema del sueño
Al igual que en el adulto, en los niños pueden producirse dificultades para iniciar o mantener el sueño, aunque raramente se quejan de este problema y suelen estar contentos de permanecer despiertos.
La iniciación del sueño requiere una compleja coordinación de circunstancias biológicas y de conductas aprendidas: Por un lado, el organismo tiene que estar fisiológicamente preparado para el sueño. Por otro lado, las conductas que realizamos en los momentos previos a dormir, se acaban convirtiendo en rituales facilitadores del sueño que cuando faltan, nos impiden dormir.
Los rituales de conciliación también son necesarios en los niños, y con frecuencia el problema del insomnio infantil no se debe a despertarse por la noche, sino a no poder volver a dormirse, debido a que los estímulos que asocian al inicio de sueño, no están presentes a mitad de la noche cuando se despiertan (papá o mamá, luz, cuento...).
También puede deberse a horarios irregulares, sobreactivación, problemas familiares, miedos infantiles o ansiedad de separación en el momento de quedarse solo para dormir.
¿Cómo ayudarles a dormir mejor?
Los niños necesitan de la rutina para desarrollarse, ya que ésta les ofrece seguridad. Cuando ésta seguridad se encuentra amenazada, los niños reaccionan mostrando su ansiedad a través del llanto, cambios de conducta y resistencia a dormirse por la noche.
Tener una hora fija para irse a la cama todas las noche.
Hacer que la hora de acostarse sea una experiencia positiva y relajante, sin televisión ni videojuegos, evitando así estimular la mente y crear estados de alerta.
Reservar las actividades relajantes para ese momento antes de dormir, como hacer caricias, contar experiencias positivas del día, pensar en cómo será el día siguiente y escuchar historias relajantes
Leer un cuento, un espacio especial mostrando un interés exclusivo en la atención entre adulto y niño. Contar historias donde el protagonista explora mundos nuevos, resuelve problemas y afronta cambios y miedos favorecen una buena conexión entre el niño con el adulto ya que se siente protegido, y el niño con el sueño reparador... la mente se prepara para soñar de forma agradable.
Despedirse y marcharse de la habitación de forma tranquila.
Si quieres ayudar a tus hijos a conciliar el sueño de una manera natural y segura, pincha en el enlace de vídeo al pié del post.
Podrás ponerle esta relajación hipnótica a tus hijos en un momento tranquilo, por la noche justo antes de dormir. Pueden ver las imágenes mientras escuchan tranquilamente la voz y la música que acompaña esta relajación en la que la música es una metáfora del sueño, que consigue encontrarlo dentro de un lugar de fantasía, seguridad, juego y sensaciones agradables que lo acompañan. Escuchará más metáforas, como una piedra muy especial que le acompañará mientras necesite sentir protección y seguridad hasta alcanzar su placentero sueño. Y todo lo demás, será cuestión de la magia del inconsciente 😉
“¿Dónde está mi sueño?” Relajación hipnótica para ayudar a los niños a dormir y sentir seguridad.
Sobre el Autor

Raquel de Diego
Coach de Familias y Parejas. Formadora.
Estudié Trabajo Social en la Universidad Complutense de Madrid, mi pasión por leer y escribir junto con ser madre me ha llevado a especializarme en la atención a la infancia. Cualquier tipo de mensaje marca la identidad de cada persona.
Trabajadora Social. Máster en Neuropsicopedagogía. Narrativa Terapéutica. Especialista en Psicoterapia e Hipnosis ericksoniana. Coach de Familias y Parejas. Formadora.
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